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Sorpresa despues de clase

by Crispin gatieza


Sorpresa después de clase En escuela secundaria, como todos, yo odié clase del gimnasio. No era solamente el ejercicio físico o la molestia de tener que estar todo sudado en el medio del día, sin embargo, lo que me hizo detestarlo tanto. Desde temprana edad yo me sentí curioso acerca de los cuerpos de otros hombres. Una natural curiosidad, de todas maneras, pero cuando yo crecí la curiosidad se convirtió en algo más. Como otros niños que pasan por la pubertad yo de vez en cuando "pedí prestado" uno de los playboys de mi papá y observe las fotos. Yo encontré que las fotos de las mujeres eran interesantes pero siempre me encontré atraido hacia los articulos de fotos de hombres y mujeres teniendo relaciones sexuales. Me encantaba vea el guevo duro de un hombre siendo chupado mientras él gemía con placer para la cámara. O mejor todavía, un cuadro de un hombre de pie delante de una mujer preparado para penetrarla. Era con esas fotos que yo disfruté más. Ver a un hombre excitado así listo para experimentar el placer más extremo, su guevo duro que gotea con liquido, una mirada de anticipación en su cara - aquellas eran las fotos que hicieron que mi propio guevo empezara a subir en mis pantalones. Y era fácil poner una almohada encima de la la mitad del cuadro que tenía la mujer en él cuando yo me quedaba acariciando mi guevo mirando al hombre con el placer en su cara e imaginando que él estaba de pie delante de mi, preparado para poner su lindo guevo sobre el mío. Cuando yo tenía dieciséis años, este deseo floreció por completo. Mis ojos vagaron a las braguetas de los hombres siempre que yo veía uno que parecía interesante y mi guevo respondía nstantáneamente. Sentado en clase, mirando al tipo al lado de mí acomodarse para que la protuberancia en sus jeans se volviera un bonito montón de placer oculto, yo encontraba mi propio guevo luchando contra mis propios jeans, empujando hacia abajo por la pierna de mis boxers para que su contorno en mis pantalones se viera claramente. Era embarazoso pero fácil de esconder allí. En clase de gimnasia, no había forma de ocultarlo, sin embargo. Cuando nosotros teníamos que desnudarnos para la clase de gimnasia, yo intentaba como mejor podía apartar mis ojos del despliegue de masculinidad ante mí. Yo intentaba pensar en algo distinto al sexo para impedir que mi verga se pusiera dura y la mayoría del tiempo lo lograba. Cuando no, yo normalmente me podía poner mi ropa de gimnasio a tiempo por delante para que los otros tipos no pudieran ver. Era un juego serio para el que yo venía preparado . Pero nada era más difícil que después de la clase de gimnasia: La Ducha. En la ducha no había ningún escape. Había una distancia de cien pies entre la ducha y mi locker. Si empezaba a ponerseme duro allí, no habría manera de ocultarlo. Cuando yo pudiera regresar a mi locker toda la clase lo habría visto. Las duchas en nuestra clase del gimnasio eran solamente una fila de regaderas y un suelo de cemento con agujeros del desagüe. A la entrada al área de la ducha estaba la oficina del maestro del gimnasio que tenía ventanas en tres lados así que él podía ver el área de la ducha y el salón de lockers. Desde las duchas, a través de las ventanas, uno podía ver el área de lockers. Yo tenía una gran vista de todo pero estaba expuesto por todos lados. Yo no sé cómo pero la mayoría del tiempo yo podía controlar mi guevo fácilmente excitable. Estando de pie allí con el agua que lavaba mi cuerpo, mirando los otros tipos entrar y salir del área de las ducha con sus vergas que palmoteaban contra sus piernas cuando caminaban, los mechones espesos de pelo recientemente crecido que empezaban a extenderse a su abbdomen yo tenía que simular que yo estaba en alguna otra parte. Yo miraba tanto cuando podía, comparando los tamaños y formas de varios guevos a la vista, algunos cortos y apuntando hacia afuera, otros largos y perezosos rebotando contra un un escroto colgante - era todo muy bonito para mí. Pero tan ronto como yo me sentia mirando demasiado intensamente o por mucho tiempo, yo volteaba la mirada, pensaba en mi próxima clase o en el trabajo que se suponía que yo estaba escribiendo. Esto normalmente funcionaba. Cuando no, yo siempre podia devolverme a mi locker antes de que mi guevo estuviera apuntando directamente hacia arriba. A veces mi ducha sólo duraba aproximadamente un minuto pero cada vez yo sentía que era una victoria pequeña. En mis fantasías el cuarto de lockers se volvió un reemplazo para aquellos Playboys. Ahora yo tenía un surtido entero de cuerpos para invocar de mi memoria cuando estaba en mi cama por la noche acariciando mi verga, imaginando a ese James, o Bill o Trevor o quienquiera que me atrajera y me ayudara con mi problema. Yo me imaginaba cómo se verían sus guevos en erección. Yo me imaginaba cómo se sentirían en mi mano. Me imaginaba qué sabor podrían tener. Cuando yo acariciaba mi guevo me imaginaba que ellos estaban a mi lado acariciandose también. Era bonito y excitante y parecía aliviar la tensión lo bastante para aguantar hasta la próxima clase de gimnasio. Un viernes, yo fui al cuarto de lockers para buscar mi ropa de gimnasio para llevarla a casa para lavarla. Había terminado la escuela y yo tenía dieciséis años, ya manejaba para entonces, y yo me había quedado después un rato para hablar con un amigo mío, así que me alegré de que el cuarto de lockers estuviera todavía abierto. No había allí nadie asi que yo quise buscar mis cosas y salir lo más pronto posible para no quedarme encerrado. Yo corrí a mi locker, conseguí mi ropa y caminé hacia la puerta. Cuando pasé frente la oficina del maestro, sin embargo, yo noté que alguien estaba dentro, en un cuarto de ducha diminuto detrás de la oficina. Estaba oscuro allí pero yo podría ver el cuerpo de un hombre en la ducha. Mientras yo estaba de pie allí mirando fijamente me di cuenta de que era mi maestro del gimnasio. Él era un hombre atractivo de treinta y pico o cuarenta años y yo podía ver por cómo se veía en su ropa del gimnasio que estaba en gran forma. Yo estaba de pie allí embelesado mirando fijamente su cuerpo, intentando discernir lo que se veía en la oscuridad. De repente me ruboricé, comprendiendo que me podían sorprender y me dirigí hacia la puerta. Cuando yo caminaba por el vestíbulo, un sentimiento de deseo y curiosidad me asaltó. Yo nunca podría conseguir de nuevo esta oportunidad, me dije, y de pronto me encontre caminando de nuevo hacia el cuarto de lockers. Cuando pasé por la puerta de su oficina él estaba salliendo de la ducha en su área de la oficina. Él todavía estaba desnudo pero secandose el pelo con una toalla. Yo le sonreí y él me sonrió no pareciendo importarle que yo estuviera allí. Yo fui a mi locker y simulé estar buscando mi ropa. Desde mi locker yo podra ver al Sr. Herrick secándose. Yo nunca había visto antes un hombre adulto desnudo en persona y estaba hipnotizado. Su pecho musculoso y su abdomen estaban cubierots con pelo castaño claro. Cuando él se dobló para secar sus fuertes piernas noté cuan bonito y redondo era su culo y cuando él se puso de pie frotando la toalla entre sus piernas le di una buena mirada a su guevo. De aproximadamente cuatro pulgadas, descansaba contra sus bolas dando la ilusión de que estaba duro aunque cuando él se secó el área se veía que no lo estaba. Yo no estaba en el mismo barco. Comprendiendo que yo había visto tanto como podía atreverme, me batí en retirada apresurada hacia la puerta. Cuando pase frente a su oficina, sin embargo, yo oí su voz que me llamaba. "¿Conseguiste tu soporte?" Su voz era como música para mí. "Sí", dije, dándome la vuelta para enfrentar este dios desnudo una vez más. "Simplemente verificando. Uno se sorprendería de cuántos tipos llevan su ropa a casa pero nunca lavan su soporte." "No, yo lo conseguí", dije tartamudeando tratando fuertemente de no mirar fijamente a su guevo pero fallando miserablemente. Mi propio guevo estaba forzando mis pantalones. Gracias a Dios yo había llevado interiores ese día. "Tu eres como yo," dijo estando de pie sin pena. "Nosotros necesitamos soporte porque nuestras bolas son tan grandes. La mayoría de los tipos de aquí no necesita tomarse la molestia." Yo estaba aturdido. Yo no podría creer lo que él estaba diciendo. Más aun, yo no podía creer que él me había mirado las bolas. Mi guevo se agitó en mis jeans pero yo traté de calmarme. "Sí", dije torpemente. "Lo siento," dijo, "yo apenas lo noté al pasar." "Esta bien". dije. "Yo también hice lo mismo.” Él se rió. "Ya veo. Esta bien. Es normal mirar. Demonios, yo tengo que verlos todo el día. Yo ni siquiera pienso sobre eso. Disculpa si te he avergonzado." "No. por nada", dije mintiendo. Él envolvió su toalla alrededor de su cintura. Mi corazón se rompió. Yo podía ver que nuestra conversación había terminado y que él quería continuar con lo suyo pero yo no pude forzarme a irme. "Hay algo más"? él preguntó, envolviendo la punta de su toalla debajo de su ombligo "Nada", balbuceé. Probablemente yo debería continuar. "No te apenes", dijo. Está bien ser curioso. "Tu nunca has visto a un hombre desnudo antes, verdad?" Yo me empecé a agitar. "No", me ruboricé. "¿Ni tu papá?" "Sí", yo admití. "A él si lo he visto." "¿Te pareció bastante grande no es así?" "Sí", dije, todavía agitando. "Yo sé que cuando yo vi por primera vez a mi papá yo pensé que yo era muy pequeño. No te preocupes, ya te crecerá" "Que bueno", dije. "No porque tengas mucho de que preocuparte ahora. Tu casi lo tienes tan grande como yo ahora." "Usted cree"? pregunté, mi anticipación creciendo. "El suyo parece mucho más grueso." "Quizá más grueso pero el tuyo es casi tan largo. Por supuesto es diferente cuando uno tiene una erección. Algunos tipos que parecen muy grandes cuando están flácidos no se ponen mucho más grandes cuando se ponen duros. Y otros tipos que parecen pequeños cuando estan flojos pueden ponerse enormes cuando estan duros. Es la única manera de realmente comparar." "El mío se pone bastante grande", dije yo, sin creer que yo estaba teniendo esta conversación o que yo estaba siendo tan audaz. El Sr. Herrick se quitó su toalla y vió su guevo flácido. Puso su dedo a aproximadamente siete pulgadas de la base. "El mío se pone hasta aqui de grande", dijo. Sin pensarlo, me bajé el cierre de mis pantalones y saqué mi guevo hinchado de mis pantalones. "El mío se pone así de grande", dije, sin mirarlo. Él se movió más cerca de mí y yo podía sentir el vapor de la ducha viniendo de su cuerpo. "Vaya" dijo. "Esto está bueno." Una gota de líquido colgaba de la cabeza hinchada de mi verga e inconscientemente yo lo toqué con mi dedo y lo frote en la parte inferior de mi guevo. "Gracias", le dije. "Se me pone duro muy a menudo." "A tu edad siempre está duro", dijo. "Cuando uno llega a mi edad tiene que trabajar para conseguirlo". se rió. Pero yo podría darme cuenta de que él no necesitaba trabajar demasiado duro. Su guevo que hacía un momento descansaba contra sus bolas estaba apuntando hacia arriba ligeramente. Un poco más hinchado que antes, meneandose de arriba a abajo mientras la sangre se daba prisa para llenarlo. "Esto te pone incómodo"?l preguntó, con su guevo aun subiendo mientras yo continuaba frotando el liquido en mi guevo. "No", admití. "Está bien." Él se movió más cerca, la punta de su guevo a sólo media pulgada del mío. Él estaba ahora completamente duro. "Se siente bien frotarlo, no es así"? dijo. "Sí," dije yo, en otro mundo. "Frótate el líquido en la punta de tu guevo así. Uno hace eso mucho tiempo y las bolas le empiezan a doler". Él dijo. "Ya las mías lo hacen," asentí. "Tu alguna vez juegas con tus bolas cuándo te haces la paja"? preguntó retrocediendo ligeramente. "Sí," yo dije, sobandome despacio. Él se movió hacia atrás y descansó su trasero en el borde de su escritorio. "Juega con ellas para que te vea," dijo. Yo abrí mis piernas y dejé que mis bolas se balancearan entre ellas. Tomé mi mano izquierda, me agarré las bolas y tiré suavemente de ellas. Con mi mano derecha yo continué regando el líquido por la cabeza del guevo. Mientras me miraba, el guevo del Sr.Herrick parecía ponerse aun más duro. Él no estaba tocándose y yo admiré su control. "Te gusta verme el guevo, verdad"? dijo él, mirando su verga tiesa. "Sí", yo dije. "Está buenísimo." "Ya puedo sentir la leche que me corre por el tronco," él dijo. "¿Lo ves?" "Sí," dije. "Se siente rico frotarse el guevo asi," dijo, mientras me miraba intensamente. "Si," yo tartamudeé. "Es realmente bueno." Una gota grande de leche colgó de la cabeza de su guevo y empezó a rodarle por el tronco. "Ya lo puedo sentir," él dijo, abriendo sus piernas un poco más. "¿Me quieres tocar, no es así?" "Sí," yo dije rápidamente, asustado de que el momento no fuera real--pensando que en cualquier momento yo me despertaría y me encontraría solo en cama. "Dale," Él dijo. "a mi no me molesta. Más bien, me gustaría que me lo tocaras y me lo acariciaras." Yo me arrimé a su escritorio y estaba de pie allí casi paralizado. Mi guevo estaba durísimo y ya me dolía por no tocármelo. Yo alcé mi dedo y toqué la punta de su guevo donde una nueva gota de líquido se había formado. Despacio dejé que mi dedo recorriera la senda de humedad hacia abajo del guevo y de regreso a la punta. Él me miraba intensamente y dejó escapar un suave suspiro . "Se siente rico." dijo. "Tu debes de haber tenido mucha práctica." "Haciéndomelo a mí mismo," dije yo, todavía frotando mi dedo a lo largo de su guevo. "Nunca lo había hecho así." "No, no me lo imagino," dijo. Él se puso de pie despacio cuando yo continué frotándole el guevo. Ahora mi propio guevo estaba goteando y pidiendo atención. Él se movió más cerca hasta que las cabezas de nuestros guevos se tocaron y la sensación me hizo gemir con placer. Sin una palabra yo dejé de frotarle el guevo y le dejé moverse más cerca. Yo podía oler el jabón en su cuerpo y podía sentir el calor de su guevo y de su pecho cuando me abrazó y descansó su cabeza en mi hombro. Nuestros guevos estaban bien lubricados y la sensación de su pene contra el mío era la cosa más agradable que yo habia sentido en la vida. Despacio nuestras caderas empezaron a moverse ritmicamente de un lado a otro haciendo que el placer creciera a un nivel casi intolerable. "Te gusta esto"? él preguntó y yo gemí en respuestan. "Si, me encanta." El dijo. "A mi también". Yo sentía su respiración en mi cuello cuando él habló y se sentía maravilloso. Cuando sus labios se movían yo me sentía que ellos rozaban contra mi cuello y mi oreja, lo que me hacía empujar mi pene más rápidamente contra el suyo. "Tienes un guevo bello," dijo. "Yo he querido tocarlo desde hace mucho tiempo, cada vez que yo te veía con tus shorts en clase y se te notaba ese bulto. Y despues te miraba desnudarte y me moría por tocarlo. A veces después de la clase yo cierro con llave mi puerta y me hago la paja y me imagino que eres tu acariciandome, frotando tu mano contra mi guevo y me puedo imaginar tu cuerpo desnudo tan bonito, con ese guevo paradito y tu culo redondito." Yo casi solté mi carga de leche sobre su estómago pero él se apartó y movió su cabeza hacia mi pecho dejando que su lengua tocara la punta de mi pezón derecho, haciendo círculos alrededor de él y entonces volviéndo su atención al izquierdo. Yo nunca imaginé que esto pudiera sentirse tan bien. Arqueé mi espalda cuando él continuó e involuntariamente abrí mis piernas permitiendo que mis hinchadas bolas colgaran libres. Él notó mi movimiento y me agarró las bolas con la mano yl continuó chupando en mis pezones. Su dedo índice acarició mis bolas y me hizo cosquillas en el agujerito del culo, enviando escalofríos a lo largo de mi cuerpo. Dándose cuenta de cuan cerca estaba yo de tener un orgasmo, él se apartó y agarró la toalla de su escritorio y la puso en el suelo. Él se arrodilló delante de mí y yo podría sentir su caliente respiración en mi verga. "Yo nunca he hecho esto antes," dijo él al besarme la punta del guevo y entonces se lamió una gota del líquido que empezaba a salírseme . "Yo quiero saber que se siente tenerte dentro de mi. Yo quiero sentir tu leche bajando por mi garganta. Yo sé que ya vas a acabar. No te detengas. Yo te necesito dentro de mí como nunca he necesitado algo jamas." Él abrió su boca y despacio se metió mi guevo hasta el fondo, se ahogó un poco y se lo sacó. Se lo volvió a meter más hambriento que antes, envolviendo mi pene con su húmeda y caliente boca. Yo podría sentir la punta de mi verga contra la parte de atrás de su garganta pero él lo mantuvo allí como si lo necesitara para sobrevivir. Una vez más él se sacó mi guevo de su boca y lo admiró por un segundo, lamiendo la punta con deleite. A medida que me lamía la cabeza del guevo que yo podría sentir una presión que crecía en mis bolas. Con mi verga descansando en su lengua dejé salir mi carga inesperadamente, disparando la leche en su boca, en sus labios y por sus mejillas. Ansiosamente se lamió la leche de los labios y una vez más se metió mi guevo en la boca, ordeñando las últimas gotas de leche de mis bolas. Siguó chupando mientras gradualmente se me bajó la erección y yo podría verle acariciarse su propio guevo mientras mamaba el mío. Después de un minuto se puso de pie y continuó sobándose el guevo delante de mí. "La próxima vez me lo vas a mamar," él dijo y yo estuve de acuerdo. "Yo quiero que pruebes mi guevo," él dijo. "Yo quiero que sepas lo maravilloso que se siente cuando me echas la leche en la boca." Mientras el continuaba haciéndose la paja yo me bajé a la toalla, arrodillándome en frente de él mientras se frotaba la verga. "Ya voy a acabar," me dijo. "Acábame en la cara," le rogué y él me complació disparando su leche hacia mi labios y por mi cara. Yo lamí su leche de mis labios y saboreé su cálida dulzura salada y dejé que se quedara en mi lengua. Yo supe que esta no sería la última vez que degustaría su leche pero quería recordar esta primera vez todo el tiempo que pudiera.

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