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Por fin de proyecto en la oficina

by Paris


Por fin de proyecto en la oficina, nos quedamos tarde en la oficina varios compañeros y yo. Entre esos compañeros estaba Ernesto, de unos 28 años y que en lo personal me caía muy bien aparte de que me gustaba. Guapo de tez blanca con esa melena ensortijada que invitaba a perderse en ella y con un buen cuerpo producto de una juventud universitaria muy deportiva. El compañero que vivía por su mismo rumbo y que siempre le daba “aventones” no había ido ese día. Del resto, yo era el que vivía también al sur aunque como una hora antes de donde su casa. Aún así me ofrecí a acercarlo en mi auto cuando saliéramos. La salida resulto ser a las tres de la mañana del ya en esos momentos sábado. Nos fuimos Ernesto y yo en el auto. Mi intención en ese momento era ofrecer la mas desinteresada ayuda aunque eso cambio pocas horas después. Durante el trayecto llegamos a la conclusión de que no habia otra forma segura de llegar a su casa que tomando un taxi de sitio. Nos dirigimos hacia el único que yo conocía. Estuvimos esperando por veinte minutos y ni rastro que pudiera aparecer algún taxi a esas horas. Le propuse que se quedara en mi casa hasta que el metro funcionara de nuevo ya que de otra forma aparte de arriesgarse tomando un taxi cualquiera le saldría bastante caro el viajecito. Sin otra opción llegamos a la casa. En cualquier otra situación, hubiera sido momento propicio de sacar una botella de licor y quedarnos platicando hasta que amaneciera, pero días anteriores de desvelos y de tensiones provocaban que ambos estuvieramos muriendo de sueño. El estilo de mis muebles hacen que sean poco menos que mortales para dormir en ellos por lo que propuse recostarnos en la única cama existente, la mía. Yo que siempre he sido un exhibicionista y para infundirle confianza me desvestí totalmente quedando solo en mis mini bikinis. Todavía me lavé la boca, la cara, cerre la puerta y el me seguía con la mirada, me apresure porque la situación me estaba excitando y pronto de me iba a notar en mis calzones, aún así mi bulto era considerablemente antojable. Me metí dentro de las sabanas. En este lapso seguiamos comentando acerca del trabajo, de los problemas en éstos últimos días. -Y yo donde duermo?, me preguntó. -Pués en la cama!, nada mas que no tengo más cobija así es que ni modo, hoy te tocará perder, ja ja ja, le respondí. Yo tenía una colchoneta y por supuesto que más cobijas para mis eventuales huespedes, pero ni loco que las sacaría, la situación se tornaba divertida. -Y que dijiste?... estas nalguitas ya son mías, pues no! no tuvieras tanta suerte, ahora que si gustas, aquí mi amiguito, dijo majeandose cachondamente su paquete, tiene hambre de varios días. -No me digas, le contesté, tantos años cuidando mi culito que ahora vengas tu a querer desquintarme, en ese momento me destape para que viera como me sobaba mis nalgas dando énfasis a lo dicho. Por supuesto era mentira eso de ser quinto, tengo mis horas de vuelo en estos menesteres lo que si es que tenía meses si tener relaciones. -Además, le digo, te toca pagar derecho de pernada, dije ahora metiéndome la mano por delante de mis calzones que ya para esos momentos mi verga estaba más que despierta aunque si llegar a su máxima logitud ni dureza. -Ay no mames!! Y sería todo eso!, pués ni modo ya estaría de Dios. Esa respuesta me indicó que mas que bromas podría ser realidad así es que si manejaba bien la situación tendría éxito. Para esos momentos, Ernesto se había quitado también sus pantalones y cuando se quitó los calcetines lo hizo sin apoyarse en la cama y tuve una vista amplísima de sus nalgas que no estaban para nada de mal ver. El se dio cuenta de que me le quedé mirando y sin levantarse me dijo, -Estan ricas mis nalgas no?, si me alcanzara me daba a mi mismo, je je je., aunque rectificó, ya guey no me hagas hablar que digo puras pendejadas, luego te lo vas a creer y va a estar cabrón. Y para que no se me cebara todo antes de tiempo le contesto. -Noooo, pués, si nada mas estamos bromeando, no aguantas nada. Alzó las cobijas y se metió dentro, en ese momento se dió cuenta que yo seguía masajenadome la verga y me dice. -Ya déjate ahí que ya estas grandecito -Pues a falta de pan..., ni modo, chaquetita y a dormir ja ja ja.. Que? No me digas que tu ya no te masturbas. -Pues de vez en cuando, por ejemplo, hoy en la mañana y a medio día en el baño de la oficina. -No seas cabrón, a poco si? -Como crees?, te digo que a veces hablo de mas. Despúes vino un silencio que no podía ser muy largo o todo terminaba. Así es que lo provoqué: -Se me hace que tu eres de los que le entran a todo y sin medida -A todo no, pero es que no mames, de repente ves unos gueyes que dices: éste está mas bueno que mi vieja!, pero solo sería en caso de emergencia. A poco tu nunca te has echado a un guey? -Ya ves, si yo tenía razon, eres de los que se llaman machitos calados ja jaja. -Yo sí: a mi primo, le gustaba la verga y pues a mi me gustaban sus nalgas y después su hoyito fue mio un chingo de veces. -Y el nunca te chingo a ti? -Nada mas con su dedo je je je, ooooh, bueno en la calentura cuando menos me daba cuenta ya me estaba dedeando, tu sabes de eso no? -Noooo, que te pasa, bueno si, una vez una vieja me lo metió -Una vieja??, estamos hablando de gueyes. Tuve que admitirlo si no ya me seguiría contando. -Bueno si, fue después de una peda, estabamos varíos durmiendo y sentí como uno de ellos me bajaba el cierre y me dio una buena mamada, después me lo lleve al baño y se la metí. Me miraba fijamente..., el momento era el propicio, después de sincerarnos y con la excitación en pleno, alargué mi mano y tomé su verga que ya salía de su calzón. -Y yo que onda, te gusto? -Si guey... -Y nos fundimos en un largo beso Lo demás se lo pueden imaginar, no salimos hasta el domingo en la noche. Despúes nos pusimos de acuerdo para hacer caer a uno que otro de la misma oficina, pero eso se los cuento luego. Si te gustó y/o quieres escribirme hazlo a paris2001mx@hotmail.com

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Por fin de proyecto en la oficina, nos quedamos tarde en la oficina varios compañeros y yo. Entre esos compañeros estaba Ernesto, de unos 28 años y que en lo personal me caía muy bien aparte de que me gustaba. Guapo de tez blanca con esa melena ensortijada que invitaba a perderse en ella y con un buen cuerpo producto de una juventud universitaria muy deportiva. El compañero que vivía

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