Gay Erotic Stories

Hacia ya varios meses que me sentía intensamente atraído por uno de los amigos de mi hermano. Se llamaba Rafael y había sido compañero de estudios de mi hermano mayor desde los catorce años. Después de acabar sus estudios de Educación Física había encontrado un trabajo de entrenador en Canarias. Era su último día de libertad antes de empezar con su nueva vida en las islas. Mi hermano quiso despedirse de él con una fiesta con sus amigos más cercanos y pidió a mis padres las llaves de la casa que tenemos en la costa. Yo decidí ir con ellos con la esperanza de poder ver a alguno de ellos borracho y desnudo en la piscina. Mi decepción fue grande cuando a las tres de la noche ya estaban todos acabados por la cerveza y empezando a repartirse por la casa para dormir. Se lo habían pasado bien pero sin demasiados excesos. Yo me eché en mi cama frustrado y excitado. Con sólo 18 años estaba deseando hacer el amor con un hombre sin haberlo conseguido aún y estaba rodeado de varios hombres mayores que yo y todos ellos bastante atractivos, especialmente Rafael, con el que compartí la cama esa noche. A primera hora de la mañana me desperté por el calor y me quedé contemplando atónito el cuerpo desnudo de Rafael a mi lado. Su perfecto cuerpo de atleta era más excitante de lo que había imaginado y su polla, dura y brillante, asomaba entre sus piernas. Tenia el pecho peludo y una fina línea de vello le atravesaba sus abdominales hasta el pubis. Me acerqué a él para oler su aroma de hombre y notar la suavidad de su vello mientras me masturbaba. Estaba tan excitado que en pocos instantes me corrí, gimiendo por el placer de estar tan cerca de Rafael. Él se despertó y se quedó mirando la leche que aún tenía entre los dedos. Sin decir nada me los lamió y inmediatamente después me besó. El sabor de mi leche me excitó de tal manera que volví a estar preparado para otro orgasmo. Rafael me cogió la cabeza y me metió la polla en la boca. No desaproveché esta ocasión única y me entregué con todo el entusiasmo posible a comérsela hasta que se corrió en mi boca. Me pidió le dejara penetrarme y acepté gustoso. Tardé bastante a acostumbrarme a su miembro pero el placer que finalmente recibí mereció la pena. Justo antes del orgasmo Rafael sacó un frasco de poppers del bolsillo de su pantalón. Yo no sabía que era pero él me explicó que me daría mucho placer. Me corrí con tanta intensidad que me costó un buen rato poder recuperarme del placer que recorría todo mi cuerpo. Al día siguiente Rafael se fue a Canarias y yo me quedé desolado por haber encontrado y perdido mi primer amante en tan solo una horas. Ya han pasado varios años y Rafael, que ahora vive en Benidorm, es uno de mis mejores amigos. Aunque él también es gay, no hemos hecho el amor nunca más. En canarias encontró el amor de su vida y yo también soy muy feliz con mi compañero. De todas maneras aún recuerdo esa noche con mucho cariño.